Me sugiere la Soledad… a veces nos encontramos rodeados de persona pero, realmente, nos sentimos solos. Esta señora mayor se asoma a la ventana buscando refugio a su Soledad, se distrae al ver pasar gente por la calle pero, ese sentimiento de tristeza y melancolía sigue presente,nadie saluda,nadie se para,nadie quiere saber nada…pero ella sigue ahí!!!.
Armandito … tal cual, eso mismo sentí yo … en medio de la fiesta , para ella un día más … soledad parcheada con esos instantes que , sin querer, comparte con los viandantes…
Qué juego con los planos, con las líneas. Qué encuadre más impresionante, más bien logrado; emociona lo que entra por los ojos, antes de llegar a ese lugar donde sentimos pena, alegría…: las líneas que se pueden trazar con los elementos centrales que figuran en la parte inferior -difuminados- están en absoluta consonancia con los elementos centrales de la parte central-superior de la foto -en absoluto primer plano de protagonismo-
Los elementos que integran la foto parece que estuvieran distribuidos al gusto de quien la ha realizado. Pero todo conserva un orden, una armonía, placentero.
Y hay fotos distintas dentro de una única foto: el marco de la ventana, en una esquina la for y en la otra la anciana -¿del principio al final? ¿del crecimiento de la juventud al estar recordando de la vejez?-; del pretil de la ventana hacia abajo, otra escena -curioso, pero ¿de lo nuevo a lo viejo, también, con caminos en sentidos contrarios que al final desembocan en el mismo lugar?, ¿una pausa de la vida ajetreada?, ¿un lugar para el descanso de la prisa?, ¿un lugar detenido y sin complejos porque la levedad es la música del tiempo?-
¿El blanco y negro entristece? Quizás; pero para mí enaltece el sentido estético y la visión del tiempo que la foto ‘menciona’. El blanco y negro nos dice que quien ahora observa la foto, desde su perspectiva de lo más actual, en un instante de trasvase de realidad a mera imagen, queda convertido en historia -en el sentido ‘sublime’ del término. El blanco y negro unifica pasado, presente y futuro. Lo vuelve todo relato ‘eterno’. ¿Es una reflexión de lo somos, en definitiva? Hijos de un tiempo que transcurre veloz y ya no está. La imagen guarda el instante eterno y mágico hallado por quien hace el trabajo de búsqueda en lo que ve circulando a su alrededor captando la esencia de las horas que ya no están.
Lo que, a juicio de mi subjetivísima emoción, nos salva de la ‘tristeza’ por el transcurrir del tiempo que, a mi pobre entender, la foto nos cuenta, está en dos elementos.
Primero los dos elementos centrales inferiores difuminados: tienen un ritmo actual, muy de ahora.
Segundo: el juego con el nombre de la calle y la ventana -que suponen otra ‘subfoto’, lúcida, inteligente, ¿’irónica’?, a nivel conceptual.
Me sugiere la Soledad… a veces nos encontramos rodeados de persona pero, realmente, nos sentimos solos. Esta señora mayor se asoma a la ventana buscando refugio a su Soledad, se distrae al ver pasar gente por la calle pero, ese sentimiento de tristeza y melancolía sigue presente,nadie saluda,nadie se para,nadie quiere saber nada…pero ella sigue ahí!!!.
Armandito … tal cual, eso mismo sentí yo … en medio de la fiesta , para ella un día más … soledad parcheada con esos instantes que , sin querer, comparte con los viandantes…
Qué juego con los planos, con las líneas. Qué encuadre más impresionante, más bien logrado; emociona lo que entra por los ojos, antes de llegar a ese lugar donde sentimos pena, alegría…: las líneas que se pueden trazar con los elementos centrales que figuran en la parte inferior -difuminados- están en absoluta consonancia con los elementos centrales de la parte central-superior de la foto -en absoluto primer plano de protagonismo-
Los elementos que integran la foto parece que estuvieran distribuidos al gusto de quien la ha realizado. Pero todo conserva un orden, una armonía, placentero.
Y hay fotos distintas dentro de una única foto: el marco de la ventana, en una esquina la for y en la otra la anciana -¿del principio al final? ¿del crecimiento de la juventud al estar recordando de la vejez?-; del pretil de la ventana hacia abajo, otra escena -curioso, pero ¿de lo nuevo a lo viejo, también, con caminos en sentidos contrarios que al final desembocan en el mismo lugar?, ¿una pausa de la vida ajetreada?, ¿un lugar para el descanso de la prisa?, ¿un lugar detenido y sin complejos porque la levedad es la música del tiempo?-
¿El blanco y negro entristece? Quizás; pero para mí enaltece el sentido estético y la visión del tiempo que la foto ‘menciona’. El blanco y negro nos dice que quien ahora observa la foto, desde su perspectiva de lo más actual, en un instante de trasvase de realidad a mera imagen, queda convertido en historia -en el sentido ‘sublime’ del término. El blanco y negro unifica pasado, presente y futuro. Lo vuelve todo relato ‘eterno’. ¿Es una reflexión de lo somos, en definitiva? Hijos de un tiempo que transcurre veloz y ya no está. La imagen guarda el instante eterno y mágico hallado por quien hace el trabajo de búsqueda en lo que ve circulando a su alrededor captando la esencia de las horas que ya no están.
Lo que, a juicio de mi subjetivísima emoción, nos salva de la ‘tristeza’ por el transcurrir del tiempo que, a mi pobre entender, la foto nos cuenta, está en dos elementos.
Primero los dos elementos centrales inferiores difuminados: tienen un ritmo actual, muy de ahora.
Segundo: el juego con el nombre de la calle y la ventana -que suponen otra ‘subfoto’, lúcida, inteligente, ¿’irónica’?, a nivel conceptual.
Somos todo y nada. Dicho en un microsegundo.