Hace algún tiempo me encontraba en la costa occidental de África, me había planteado realizar un reportaje por la zona.

Me documente mucho  y me di cuenta que la mejor manera de llegar a saber, captar lo que sucedía en las vidas de aquellas personas, su realidad, era convivir con ellas, y verla en primera persona. Verla, no sentirla… para ello hace falta más de dos meses de estancia.

 

Tras mucho trabajo y una gran dosis de fortuna, viví esos días en casa de una familia senegalesa.

Mi día a día transcurría viéndolos, mirándolos, escuchándolos y, finalmente, fotografiándolos.

Pero también había espacio para la cotidianidad en mi vida en aquella humilde casa de la costa. Parte de ella era mi relación con Davis, una joven con firmes creencias religiosas y encargada de las labores de aquel hogar.

Davis se aseguraba de cumplir con lo que su hermano Mody le había encargado, cuidar de mi durante la mañana, básicamente prepararme el desayuno. ( y de sobra! )

Ella no entendía que hacía allí, ni porque tantas charlas con los hombres, mi aspecto …no nos entendíamos sin más, nos desconocíamos. Dormíamos juntas, único instante del día en el que se quitaba el velo.

Con el pasar de los días, intenté comunicarme con ella, pero no había querido aprender francés, hablaba wolof, era dificilísimo.

No era el por qué de mi viaje, pero ¿qué más daba? Me apetecía mucho conocerla, y a sus razones …

Su vida era la cocina de aquella casa.. y pensé: Comida!!.. ya había pasado más de tres semanas…

Le pedí que me enseñara a hacer CHEBUYEN, comida típica de Senegal: arroz y una base de verduras sofritas para un pescado untado y relleno por partes de una pasta de hierbas trituradas con ajo en el mortero tradicional.

Aceptó con un tímido y pleno: si.

Me llevó al mercado del barrio y me integró en su día.

Cocinó para mi.

Lo hizo con gran serenidad y calma, asemejándose a la ceremonia del té en Japón. Una coreografía perfecta en aquel suelo de hormigón, cimientos de una casa que llevaba en construcción muchos años.

Al acabar de cocinar y de servir a los hombres con los que yo comía cada día como deferencia hacia mí.. sorpresa!! Davis me invita a comer dentro de la casa, otra habitación..la de las mujeres y niños, un CHEBUYEN más suave, menos picante.

Todo fue diferente a partir de aquel día. No volvería a comer tan picante!!!  jajajjaja …

Ellos, los hombres, inicialmente, no comprendieron que prefiriera comer con ellas … yo si.

La magia del CHEBUYEN DE DAVIS, una chica senegalesa.